LA HISTORIA DE QUIMBARA:
En 1974, Johnny produce con Celia Cruz el álbum CELIA & JOHNNY, grabado para el sello VAYA -subsidiario de FANIA- en el cual se
incluía un tema autóctono que le pertenece a la salsa neoyorquina -quizá lo mejor de todo el álbum- titulado Químbara, de la
autoría del joven puertorriqueño Júnior Cepeda . “Esta grabación todavía luce insuperable, la inteligencia y el sabor de Celia
para jugar con el montuno, así como el extraordinario pegue del arreglo, contribuyen a que ésta sea una de las producciones
antológicas de la salsa.”
Químbara cumbara cumba quimbambá
Mucha gente cree que ·Celia Cruz· fue una de las fundadoras de todo ese movimiento salsero que arrasó como un deslave con la
musicalidad de la región latinoamericana en los años setenta. Que esa negra deliciosa, con voz de trueno y sonrisa a flor de piel,
estuvo siempre ahí, a la vanguardia musical, marcando el rumbo de todo ese sonido mestizo y agresivo. Habrá que agregar que no fue
así, que Celia llegó tarde -casi sin imaginárselo- en 1973, cuando el movimiento estaba ya gestado y caminaba por su cuenta.
Y aclaro alguna cosa más: en los años sesenta, cuando esos trombones y esas orquestaciones, esa mezcla, estaban empezando a sonar
de maravilla en Nueva York, y aquel tumbao se iba drenando lentamente por el resto del continente mandando al cofre de las
antiguallas cualquier cosa que hubiese sonado previamente (excepto algunas honrosas excepciones), Celia Cruz vivía en México,
desfasada, semiolvidada por su público y disgustada además con su contrato con Tico Records, un sello disquero que estaba entrando
en decadencia y apenas se acordaba de ella, concentrado como estaba en salvar los papeles en Manhattan ante la muerte del
boogaloo, el empuje de Fania Records y el temprano declive de La Lupe.
Además, Celia viajaba poco, porque era una época en la que había una ola de secuestros de aviones que terminaban aterrizando -¡oh,
casualidad!- en Cuba, y ella tenía mucho miedo de acabar en una de esas aeronaves. No se olvide nadie que Celia era de La Habana y
desde que salió de gira con la Sonora Matancera en 1960 no pudo regresar a su islita querida... ni siquiera cuando murió su madre,
Catalina Alfonso, pues Fidel dijo tajantemente que no le iba a permitir la entrada.
ASÍ ES LA HISTORIA:
Júnior tenía más de una hora esperando. Su vista tropezaba con los cuadros que colgaban en la pared, con las chalinas de los
camareros y con las etiquetas de los vinos. Pero no se desesperaba. Sabía que en algún momento Johnny bajaría, y él dejaría de
escudriñar todos los rincones del lobby de aquel hotel.
Estaba convencido de que era su única oportunidad, y estaba decidido a permanecer allí el tiempo que fuera necesario.
Mientras dormitaba, oyó unas voces. Cuando levantó la cabeza, se vio rodeado de un grupo de personas. Ahí estaba la regia figura
del gran Johnny Pacheco, rodeada de amigos y revestida de un aura de fama, talento y poder.
Sin perder más tiempo, Júnior se le acercó diciéndole:
-Oye Pacheco, tengo un temita que quiero que oigas.
Todos se quedaron mirando aquel jovencito que había quebrado las carcajadas del grupo. Johnny le contestó que tenía una reunión
importante en ese momento, que se tomara un café mientras volvía.
Tomarse otro café era un sacrificio para Júnior. No obstante lo hizo complacido, porque, a diferencia de los anteriores, este
venía endulzado con la esperanza de ser escuchado por el maestro de la música latina.
La reunión se prolongó más de la cuenta. Junior había bebido tres tazas de café y no tenía más dinero para una cuarta. De repente
vio a Johnny subir las escaleras, esta vez solo. El famoso flautista se entretuvo en aquella reunión, lo que le hizo olvidar que
Júnior lo estaba esperando. El chico no vaciló en correr hacia él. Mientras lo hacía le gritaba.
-¿Eh, tú no me vas a oír?
-¿Oír qué? -respondió Johnny
-¿No me dijiste que te esperara?
Buscando la manera de quitárselo de encima, Johnny le preguntó si tenía una partitura o una grabación de lo que quería mostrarle.
-No señor, la tengo aquí -respondió, apuntando a su garganta.
En ese mismo instante, sin que Johnny se lo pidiera, Júnior encorvó su cuerpo, usó sus muslos como tambores y empezó a cantar:
Quimbara quimbara quimbaquín bambá
Johnny quedó enamorado de aquel canto. De inmediato, sus manos aportaron la clave para continuar aquella rumba que se desarrollaba
en medio de una escalera.
-Eh mamá, eh eh eh mamá -Seguía cantando Júnior
-Eh mamá, eh eh eh mamá -Le respondía Johnny, como si en su mente ya estuviera haciendo los arreglos de aquella canción.
-Para sorpresa de Júnior, este fue el tema que le dio el éxito a la dupla Celia Cruz-Johnny Pacheco. Había sido difícil para Jerry
Masucci, presidente de Fania Records, poder juntar a estas dos estrellas, y cuando al fin lo logró ahí estaba Quimbara, la
composición de Júnior Cepeda, la cual fue punta de lanza para que el disco titulado Celia y Johnny, del 1974, alcanzara grandes
cifras en venta.
Las liquidaciones por derecho de autor fueron llegando. Cada día aumentaban las demandas de músicos que le pedían a Júnior que le
hiciera una cancioncita. Johnny llegó a grabar diez de sus composiciones.
El joven tuvo que mudarse, de Puerto Rico a Nueva York, porque allí estaba el negocio. En aquella urbe se concentraba la crema y
nata de la música latina, cantantes, músicos, compositores, todos buscando el esplendor que se desprendía del maridaje entre el
Caribe y la cultura urbana de esta ciudad.
Allí, también conoció a una mujer que le doblaba la edad. Con esta mantuvo una relación amorosa, inaceptable para sus más
cercanos. Un día, arrebatada por los celos, esta le dio tres balazos a Júnior. El muchacho murió con apenas 22 años, y ansioso de
que sus creaciones continúen aportando a ese nuevo movimiento musical que tambaleaba al mundo en compases 4×4.
En una ocasión en que se le pidió a Johnny Pacheco comentar aquel hecho, este se limitó a decir: La infeliz asesinó a uno de los
mejores autores de salsa de todos los tiempos.
Celia grabó Químbara, lo demás es historia.
Okis la proxima nos vemos...
gracias infinitas a:
http:// www.herencialatina.com/ Johnny_Pacheco/ Johnny%20Pacheco.htm - ISRAEL SANCHEZ COLL
http://www.artelista.com/ obra/ 2730263325180164-quimbara.h tml - javier florez barrios - ARTISTA PLASTICO
https://www.youtube.com/ watch?v=GuVOfw29b-8 - Celia Cruz & Johnny Pacheco - Quimbara (HQ Audio)
Ray St John - Canal Boricua
http://www.akangana.com/ 2011/06/ quimbara-cumbara-cumba-quim bamba.html#.VjBTVNIvcdU.
incluía un tema autóctono que le pertenece a la salsa neoyorquina -quizá lo mejor de todo el álbum- titulado Químbara, de la
autoría del joven puertorriqueño Júnior Cepeda . “Esta grabación todavía luce insuperable, la inteligencia y el sabor de Celia
para jugar con el montuno, así como el extraordinario pegue del arreglo, contribuyen a que ésta sea una de las producciones
antológicas de la salsa.”
Químbara cumbara cumba quimbambá
Mucha gente cree que ·Celia Cruz· fue una de las fundadoras de todo ese movimiento salsero que arrasó como un deslave con la
musicalidad de la región latinoamericana en los años setenta. Que esa negra deliciosa, con voz de trueno y sonrisa a flor de piel,
estuvo siempre ahí, a la vanguardia musical, marcando el rumbo de todo ese sonido mestizo y agresivo. Habrá que agregar que no fue
así, que Celia llegó tarde -casi sin imaginárselo- en 1973, cuando el movimiento estaba ya gestado y caminaba por su cuenta.
Y aclaro alguna cosa más: en los años sesenta, cuando esos trombones y esas orquestaciones, esa mezcla, estaban empezando a sonar
de maravilla en Nueva York, y aquel tumbao se iba drenando lentamente por el resto del continente mandando al cofre de las
antiguallas cualquier cosa que hubiese sonado previamente (excepto algunas honrosas excepciones), Celia Cruz vivía en México,
desfasada, semiolvidada por su público y disgustada además con su contrato con Tico Records, un sello disquero que estaba entrando
en decadencia y apenas se acordaba de ella, concentrado como estaba en salvar los papeles en Manhattan ante la muerte del
boogaloo, el empuje de Fania Records y el temprano declive de La Lupe.
Además, Celia viajaba poco, porque era una época en la que había una ola de secuestros de aviones que terminaban aterrizando -¡oh,
casualidad!- en Cuba, y ella tenía mucho miedo de acabar en una de esas aeronaves. No se olvide nadie que Celia era de La Habana y
desde que salió de gira con la Sonora Matancera en 1960 no pudo regresar a su islita querida... ni siquiera cuando murió su madre,
Catalina Alfonso, pues Fidel dijo tajantemente que no le iba a permitir la entrada.
ASÍ ES LA HISTORIA:
Júnior tenía más de una hora esperando. Su vista tropezaba con los cuadros que colgaban en la pared, con las chalinas de los
camareros y con las etiquetas de los vinos. Pero no se desesperaba. Sabía que en algún momento Johnny bajaría, y él dejaría de
escudriñar todos los rincones del lobby de aquel hotel.
Estaba convencido de que era su única oportunidad, y estaba decidido a permanecer allí el tiempo que fuera necesario.
Mientras dormitaba, oyó unas voces. Cuando levantó la cabeza, se vio rodeado de un grupo de personas. Ahí estaba la regia figura
del gran Johnny Pacheco, rodeada de amigos y revestida de un aura de fama, talento y poder.
Sin perder más tiempo, Júnior se le acercó diciéndole:
-Oye Pacheco, tengo un temita que quiero que oigas.
Todos se quedaron mirando aquel jovencito que había quebrado las carcajadas del grupo. Johnny le contestó que tenía una reunión
importante en ese momento, que se tomara un café mientras volvía.
Tomarse otro café era un sacrificio para Júnior. No obstante lo hizo complacido, porque, a diferencia de los anteriores, este
venía endulzado con la esperanza de ser escuchado por el maestro de la música latina.
La reunión se prolongó más de la cuenta. Junior había bebido tres tazas de café y no tenía más dinero para una cuarta. De repente
vio a Johnny subir las escaleras, esta vez solo. El famoso flautista se entretuvo en aquella reunión, lo que le hizo olvidar que
Júnior lo estaba esperando. El chico no vaciló en correr hacia él. Mientras lo hacía le gritaba.
-¿Eh, tú no me vas a oír?
-¿Oír qué? -respondió Johnny
-¿No me dijiste que te esperara?
Buscando la manera de quitárselo de encima, Johnny le preguntó si tenía una partitura o una grabación de lo que quería mostrarle.
-No señor, la tengo aquí -respondió, apuntando a su garganta.
En ese mismo instante, sin que Johnny se lo pidiera, Júnior encorvó su cuerpo, usó sus muslos como tambores y empezó a cantar:
Quimbara quimbara quimbaquín bambá
Johnny quedó enamorado de aquel canto. De inmediato, sus manos aportaron la clave para continuar aquella rumba que se desarrollaba
en medio de una escalera.
-Eh mamá, eh eh eh mamá -Seguía cantando Júnior
-Eh mamá, eh eh eh mamá -Le respondía Johnny, como si en su mente ya estuviera haciendo los arreglos de aquella canción.
-Para sorpresa de Júnior, este fue el tema que le dio el éxito a la dupla Celia Cruz-Johnny Pacheco. Había sido difícil para Jerry
Masucci, presidente de Fania Records, poder juntar a estas dos estrellas, y cuando al fin lo logró ahí estaba Quimbara, la
composición de Júnior Cepeda, la cual fue punta de lanza para que el disco titulado Celia y Johnny, del 1974, alcanzara grandes
cifras en venta.
Las liquidaciones por derecho de autor fueron llegando. Cada día aumentaban las demandas de músicos que le pedían a Júnior que le
hiciera una cancioncita. Johnny llegó a grabar diez de sus composiciones.
El joven tuvo que mudarse, de Puerto Rico a Nueva York, porque allí estaba el negocio. En aquella urbe se concentraba la crema y
nata de la música latina, cantantes, músicos, compositores, todos buscando el esplendor que se desprendía del maridaje entre el
Caribe y la cultura urbana de esta ciudad.
Allí, también conoció a una mujer que le doblaba la edad. Con esta mantuvo una relación amorosa, inaceptable para sus más
cercanos. Un día, arrebatada por los celos, esta le dio tres balazos a Júnior. El muchacho murió con apenas 22 años, y ansioso de
que sus creaciones continúen aportando a ese nuevo movimiento musical que tambaleaba al mundo en compases 4×4.
En una ocasión en que se le pidió a Johnny Pacheco comentar aquel hecho, este se limitó a decir: La infeliz asesinó a uno de los
mejores autores de salsa de todos los tiempos.
Celia grabó Químbara, lo demás es historia.
Okis la proxima nos vemos...
gracias infinitas a:
http://
http://www.artelista.com/
https://www.youtube.com/
Ray St John - Canal Boricua
http://www.akangana.com/
—
Celia Cruz & Johnny Pacheco - Quimbara -https://www.youtube.com/watch?v=GuVOfw29b-
Tal vez ahora sería recordada con un dejo nostalgia, como una más de las tantas viejas glorias (como Carmen Delia Dipiní, Myrta Silva o Graciela Grillo), si Ismael Miranda no hubiese decidido en 1972 montar tienda aparte y dejar en la cuneta a Larry Harlow, quien, como respuesta a la pérdida de su vocalista, se le ocurriría hacer una ópera-salsa (Hommy). En ese proyecto había un personaje femenino, la Gracia Divina, y Harlow decidió enviarle a Celia la maqueta en un cassette, a ver si ella estaba dispuesta a poner su voz. Cruz, hartita que estaba de Tico y hartita que estaba de vivir en la periferia de la periferia del movimiento que se estaba gestando, dijo que sí, que cómo no. Y viajó a Nueva York.
Allí grabó. Allí gustó.
Allí grabó. Allí gustó.
Esa sesión con Harlow fue el punto de quiebre para que Johnny Pacheco, que la admiraba desde que la oyó cantar en 1960 con la Sonora Matancera en el Teatro San Juan de la calle 175 con Broadway -siempre tuvo la fantasía de grabar con la negra de los cien mil voltios-, decidiera mover ficha: la contrataría para Vaya Records (subsidiaria de Fania), haría un copy and paste para unirla con la Fania All Stars en ese concierto fundamental que realizaron a finales de 1973 en San Juan de Puerto Rico (en el que ella suelta, así como si nada, una versión enoooorme de Bemba colorá) y organizaría todo para registrarla el verano siguiente en los Good Vibrations Sound Studios, en un disco que resultó indispensable y está considerado entre sus mejores: Celia & Johnny Pacheco.
Siempre precavido, en la grabación Pacheco copió casi al calco la sonoridad de la Sonora Matancera -para que la voz de Celia no tuviese competencia instrumental- y reunió a Papo Lucca en el piano, Ralph Marzán en los bongós, Héctor bomberito Zarzuela y Luis perico Ortiz en las trompetas, Víctor Venegas en el bajo, el recién llegado a Fania, Ismael Quintana, en las maracas, Justo Betancourt en los coros y él mismo en la percusión, además de encargarse del güiro y la flauta. Solamente agregó a Charlie Rodríguez en el tres y a Johnny Rodríguez en las congas para tratar de marcar una cierta distancia con Cuba.
El disco comienza con Químbara canción fundamental de letra escueta pero con más sabor que una sopa de mariscos: una rumba-guaracha que está entre los diez mejores temas de todo el género y hace un justo reconocimiento a la música caribeña; el arreglo de Felipe Yanes, además, es un homenaje a ese homenaje, de lo bueno y certero que es. Por si fuera poco, el solo de bomberito es antológico.
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