LA HISTORIA DE LOS SELLOS DISCOGRAFICOS
“En el comienzo sólo estaba la RCA Victor, luego llegaron los demás sellos”. La aseveración es real, pero sólo en parte, pues se refiere a la época de los discos de vinilo o acetato. Antes de la RCA Victor, varias marcas de cilindros Edison grabaron canciones de música latina en Estados Unidos.
El 16 de julio del año 1900, el célebre logo de la RCA Victor, His Master's Voice, el del perrito junto al gramófono, fue registrado en la Oficina de Patentes de los Estados Unidos.
Se llamaba Nipper y nació en Bristol, Inglaterra en 1884. Cuando su primer amo, Mark Barraud, murió en 1887, Nipper fue llevado a Liverpool por el hermano del finado, el pintor Francis Barraud. Fue en su casa de la ciudad inglesa a la que luego Los Beatles le dieron tanta gloria, donde Francis notó cuánto llamaba la atención al animal la voz que salía del gramófono cada vez que él lo ponía a tocar y, por ello, decidió pintar al óleo la curiosa escena. El artista registró la obra como His Master’s Voice (“La Voz del Amo”). Nipper murió en 1895.
Tras varios intentos fallidos del pintor por explotar comercialmente la obra, no fue hasta 1899 cuando una compañía de fonógrafos, por entonces debutante, le pagó £50 por la pintura y otras £50 por los derechos de autor para usarla como ícono. Más tarde, la imagen llegó a EEUU, donde fue patentizada en la fecha mencionada encima.
La RCA Victor fue la fusión de dos grandes firmas (Radio Corporation of América y Victor Talking Machine) en 1929. Y eso sucedió en el final de una década en que empezaron a ser contratados algunos de los pesos pesados de la historia de la música del Caribe como el Trío Matamoros, por ejemplo. De modo que por el simple hecho de llegar y golpear primero, la RCA Victor monopolizó la producción discográfica latina durante las primeras cuatro décadas del siglo XX.
Pero esta apuesta por la música latina, no fue al azar. El potencial comprador de estos discos de música alegre y festiva era altísimo en aquellos años. De hecho, la RCA fabricaba más discos “extranjeros” y especialmente “étnicos”, que discos de música norteamericana. Las cifras dicen que entre 1908 y 1923 se hicieron seis mil discos foráneos por cinco mil discos locales. Estos números crecerían en las siguientes décadas cuando llegó el auge de la rumba y el boom de la conga, y cuando las grandes figuras como Xavier Cugat, Desi Arnaz y José Curbelo ficharon por la compañía con sede en Camden, New Jersey.
Gabriel Oller - Art Raymond - Luis Cuevas,- Ernie Ballesta - Ralph Pérez y Steven Rodríguez.
Estos empresarios puertorriqueños encontraron que su mejor centro de acción era el East Harlem, donde se había asentado la comunidad boricua, cubana y dominicana. Pero el East Harlem no siempre fue así. Antes de la “invasión hispana” casi todos los negocios estaban en poder de comerciantes italianos y judíos. La llegada caribeña no los desplazó; por el contrario, se sumó a una verdadera fauna multicultural, y algunos judíos encontraron que enfocar sus locales hacia el consumo latino era un buen negocio.
El negocio de la salsa - Los Judios
Estos tres empresarios judíos controlaron el mercado de la música latina en Nueva York, y como el pez grande se comió a los dos peces chicos.
Para Siegel, el problema de la materia prima era secundario. Lo importante era aprovechar la calidad humana. Por eso contrató a aquellos artistas latinos que no estaban grabando lo suficiente debido a la reducción de producciones de las grandes compañías. Con Seeco firmaron Pupi Campo, Xavier Cugat y el propio Noro Moralesque seguía de un lado para otro.
A mediados de los años 50 logró conseguir una mina de oro, la Sonora Matancera, gracias a la cual viviría su década más feliz. El símbolo fue Celia Cruz y su primera filial, Discos Tropical, gerenciada por Howard Roseff.
Pero en la época del boom de Seeco, ya varias firmas habían alcanzado éxitos y cotas importantes, y no sólo neoyorquinas sino caribeñas continentales y antillanas. En las tiendas del East Harlem vendían sus vinilos Discos Fuentes (creada por Antonio Fuentesen Cartagena en 1934), Panart (Ramón Sabat, La Habana, 1944), MarVela (Juan Martínez Vela, San Juan, 1950), Discos Zeida (Alfredo Díez, Medellín, 1950), Puchito (Jesús Gorís, La Habana, 1952) y Montilla (Fernando Montilla, Madrid, 1953). Todas ellas, sin embargo, fueron opacadas durante los 50 por una que simbolizó la moda del mambo, Tico Records.
Y aquí llega nuestro segundo judío, George Goldner.
En 1948 creó Tico Records, nombre inspirado en la famosa canción de Zequinha de Abreu y popularizada por Carmen Miranda. La sede estaba instalada en la Décima Avenida con 46, y tuvo como socio al viejo compañero de aventuras de Gabriel Oller, Art Raymond. Pero la relación no sería beneficiosa para ninguno, pues Raymond al trabajar también en la radio fue señalado penalmente de recibir payola (pago por promover canciones), y Tico entró en una serie de dilemas legales interminables.
Tico fue la casa en la que grabaron sus principales estrellas, Tito Puente y Tito Rodríguez. Por eso y por un particular concurso organizado por Raymond, Goldner sumó a su razón social el slogan El Rey del Mambo. Así, con ese nombre Tico Records llegó a ser la número uno del negocio de discos de música latina.
Nacido en el East Harlem, Morris Levy se había criado en las calles y se había ganado a pulso su reputación de chico hábil para los negocios. A mediados de los años 40 Levy se dio a conocer en el mundillo artístico como socio de un club de bebop y música afrocubana llamado Royal Roost, ubicado en Times Square. Allí, con dos de sus conocidos, el empresario Monty Kay y el locutor Symphony Sid, creó un sello discográfico, Royal Roost Records. De modo que cuando Kolsky le trajo noticias de Goldner, este ya conocía plenamente al dueño de Tico y sabía lo suficiente del negocio como para proponerle un trato.
El trato consistió en crear un sello nuevo enfocado a la difusión del rhythm & blues, género de moda entre los músicos afroamericanos de aquel tiempo y que tenía patrones muy marcados de mambo. El sello discográfico fue llamado Rama Records y Goldner se encargó de dirigirlo, mientras Levy se dedicaba a sus otros negocios, en especial a su famoso club de jazz de la Broadway con 52, el Birdland.
Al final de esos cuatro años, en enero de 1957Morris Levy creó la firma Roulette Records en sociedad con los compositores Luigi Creatore y Hugo Peretti, sus amigos Morris Gurlack y Halsey Cowan, el citado Joe Kolsky y un hermano de este, Philip Kolsky apodado Phil Kahl.
Y el primer acto de la junta de socios fue comprar las acciones de George Goldner en Tico, Rama y Gee. El fundador de Tico, El Rey del Mambo, había pasado de ser dueño a simple empleado, y esta vez a órdenes del director de producción de la firma, Teddy Reig.
Pero no todo estaba limpio. La filial Forum servía para reeditar viejos trabajos, pero también para no pagar derechos de autor, y a Levy se le abrió una investigación.
En realidad Morris Levy venía siendo objeto de indagaciones desde que en enero de 1959 su hermano Irving fuera asesinado en el interior del Birdland. Semanas más tarde se comprobó que había sido un crimen pasional, pero durante la investigación se desataron rumores que vinculaban a Levy con una de las Cinco Familias del crimen organizado en Nueva York (la “Ivy League” para ser más exactos). Y no era de extrañar.Morris Levy pasaba mucho tiempo con Thomas Eboli, alias Tommy Ryan, caporegime de la organización del gran capo Vito Genovese, que estaba siendo juzgado por tráfico de heroína.
A finales de 1962 nuestro viejo conocido Sidney Siegel estaba en un momento pletórico, pues aparte de la Sonora Matancera, tenía en el staff de Seeco a gente muy vendedora como Vicentico Valdés, Cortijo y su Combo y Los Panchos, y además estaba uno de los grupos estrella de la era post-mambo: el sexteto de Joe Cuba.
Pero he ahí que cuando todo apuntaba al gran boom de Joe Cuba con Seeco, Morris Levy envió dos emisarios suyos a “calentarle el oído” al músico. De esa forma el locutorSymphony Sid y el promotor y productor de Roulette y del Birdland Jack Hooke le dijeron: “vete para Tico, Joe, que te irá mejor. Además, Siegel es un tipo anticuado y está arruinado”. Y Joe Cuba se dejó convencer, pero como no podía romper el contrato anterior, trabajó a partir de entonces para las dos compañías… hasta 1965, año en que se quedó sólo con Tico Records.
En marzo de 1968 firmó un acuerdo de venta de Seeco y sus filiales a la compañía Met-Richmond Record Sales, 250 títulos incluidos. La vieja casa de la Sonora Matancera sería a partir de entonces distribuida por West Side Records. Al poco tiempo Siegel murió de un ataque cardíaco.
CORTESIA DE:
José Arteaga.