La tumba del Ciego Maravilloso desde la primavera del año 2012 se ha convertido en una de las más visitadas del cementerio de Ferncliff, a donde acuden sus fervientes partidarios, fanáticos y admiradores, residentes del condado del Bronx y de cualquier parte del mundo, quienes llegan al camposanto para rendirle tributo de admiración a la memoria del que fuera denominado el padre de la salsa y el rey del guaguancó. La lápida que señala el lugar donde descansan los restos mortales del profeta de la música afrocubana es una sobria y escueta placa de bronce donada por el destacado pianista judío neoyorquino Larry Harlow, con una sencilla inscripción sin epitafio: “Arsenio Rodríguez 1911-1970”. Un epitafio imaginario ronda en el ambiente: ‘Aquí descansan en paz los restos de Arsenio Rodríguez, el hombre que comprendió, como nadie, que la vida es un sueño’”.
“Arsenio Rodríguez residió en varias ocasiones en el Spanish Harlem, al norte de Manhattan, acompañado de su esposa Emma Lucía Martínez, pero la mayor parte del tiempo que vivió en la ciudad de Nueva York su lugar predilecto para residir era el condado del Bronx. Se reunía allí una gran familia latina, principalmente conformada por boricuas, constituyendo una vigorosa comunidad orgullosa de su herencia, de sus tradiciones y de su música.
Ya desde antes de la década del cuarenta proliferaron en el Bronx decenas de sitios de baile instalados en antiguos salones, teatros e iglesias que habían sido construidos por los primeros pobladores del condado, en especial por emigrantes irlandeses y de diversas naciones europeas. En la medida en que los puertorriqueños fueron sustituyendo a los europeos y convirtiéndose en la mayoría latina dentro del Bronx este adquirió las características de una gran barriada latinoamericana llena de músicos, gente dispuesta a bailar y locales para albergar una intensa vida nocturna.
Las experiencias de Arsenio Rodríguez interactuando con los pobladores de El Barrio (como también se le llamaba al Spanish Harlem), y del Bronx, quedaron plasmadas especialmente en los temas Como se Goza en El Barrio y La Gente del Bronx, grabados en la urbe neoyorquina en 1951, pero igualmente están presentes en el guaguancó Lo que Dice Justi (“El Barrio tiene la llave, el Bronx botó la pelota, con mi guaguancó…”) grabado en 1958.
Si bien es cierto que la fama relacionada con la sofisticación de los locales de diversión de Manhattan no era infundada y que su elegancia fue proverbial, el Bronx no se quedaba atrás, tenía su propio estilo y forjó un ambiente repleto de buenos establecimientos para bailar, en los cuales las orquestas cubanas, puertorriqueñas y newyorquinas tuvieron grandes oportunidades. El Bronx tenía su propia energía musical, características especificas desde el punto de vista étnico, como el idioma español, la comida boricua o cubana, y el tejido social conformado por miles de emigrantes procedentes de la cuenca del Caribe quienes llegaron a la ciudad con sus saberes, profesiones, tradiciones, sueños y sensibilidades.
A partir de 1951 el Bronx fue el escenario principal de las andanzas musicales deArsenio Rodríguez y de su conjunto neoyorquino. El artista matancero contrató a una buena cantidad de cantantes y músicos puertorriqueños para que hicieran parte de su agrupación, igualmente vinculó afroamericanos, nuyoricans, venezolanos y panameños, sin dejar de lado a sus compatriotas cubanos. Entre los boricuas cabe destacar a Cándido Antomattei, Israel Berríos Castro, Frank Souffrónt, Pedrito Caballero, Raffi Martínez, Güito Kortright, Sarah Martínez Baró, Manolo El Barroso Morales, Julián Llanos y Willie Capó. Todos estos cantantes le hicieron significativos aportes a la propuesta estilística del Ciego Maravilloso en la urbe neoyorquina y el testimonio de sus voces magistrales ha quedado plasmado en numerosas grabaciones realizadas por el conjunto de Arsenio en la Gran Manzana desde 1951 hasta 1968.
Este hecho, de importancia discográfica, no nos puede llevar a perder de vista que la actividad principal de Arsenio en Nueva York, durante los años que duró su permanencia en esa ciudad, no fueron las grabaciones sino las presentaciones realizadas a diario en los locales de baile.
Las grabaciones no dejaban en realidad mucho dinero, esto llevó pronto a Arsenio Rodríguez al convencimiento de que era necesario insertarse en la dinámica de la música latina neoyorquina para adaptarse al ambiente farandulero y sobrevivir en el circuito de los bailes nocturnos. El tinglado que controlaba la contratación de orquestas en los clubes de prestigio situados en Manhattan era un círculo muy cerrado que Arsenio no consiguió penetrar completamente, por eso trabajó poco en los grandes establecimientos de la ciudad en los que la fama, la fortuna y el éxito le fueron esquivos.
La música de Arsenio era esencialmente para bailar y cuando su propuesta musical careció de acogida por parte de las casas disqueras, los clubes nocturnos, los hoteles y los teatros de Manhattan, y no fue apoyada por los ejecutivos de la radio neoyorquina, su quehacer artístico se concentró en el Bronx, si bien como ya lo anoté, también frecuentaba el circuito de cabarets, teatros, discotecas y clubes de Harlem y del Spanish Harlem. Simultáneamente trabajó en los barcos, que eran verdaderos bailaderos flotantes. Estos zarpaban desde los muelles de la Calle 125, le daban la vuelta a la isla de Manhattan, permitiéndoles a los pasajeros contemplar el paisaje nocturno de la ciudad mientras bailaban, y regresaban de nuevo a Harlem. Las fiestas de los botes le reportaron importantes ganancias al Mago del Tres, quien no solamente fue un músico de tierra firme.
Revisadas las evidencias históricas disponibles no cabe duda que el verdadero escenario de Arsenio en Nueva York fue el Bronx, y no solamente desde el punto de vista profesional sino también desde el punto de vista existencial y personal. Su integración al vecindario, como vemos, fue definitiva. El músico llegó a formar parte del “paisaje y del paisanaje” de las calles y avenidas del mencionado condado. Pese a que cuando las cosas no andaban bien viajaba a Los Ángeles, a Miami, a Chicago, a Willemstad, Washington o San Juan para probar fortuna, llegando incluso a vivir varios meses en Puerto Rico y un poco más de dos años en Los Ángeles, su ciudad fue en verdad Nueva York, y dentro de Nueva York, el Bronx.
Por estas razones no es extraño que el tresista invidente haya forjado tan estrechos lazos de hermandad con los moradores y los músicos del Bronx. Cuando examinábamos el papel jugado por Arsenio Rodríguez en el surgimiento de la salsa, destacamos que los vasos comunicantes entre este y los salseros se desprenden de la profunda identificación que tuvo Arsenio con el Bronx y El Barrio, y de la reciprocidad que el genial músico invidente recibió de los habitantes de estos dos distritos latinos neoyorquinos. Los jóvenes músicos que se destacaron en la primera generación de salseros conocieron a Arsenio Rodríguez personalmente, algunos trabajaron con él, y muchos de ellos crecieron bailando con su música e interpretándola en las esquinas del Bronx.
La decisión de Arsenio Rodríguez de establecerse en el Bronx puede ser mejor comprendida si tenemos en cuenta el antecedente más inmediato de su trayectoria artística que consistía en identificarse plenamente con los sectores obreros de las barriadas populares de La Habana y Marianao, lugares donde había vivido en su juventud, desarrollando buena parte de su carrera en salones de baile frecuentados por gentes de los estratos sociales más bajos.
Esto le reportó salarios modestos pero le sirvió para afianzar su nombre y para imponer el estilo inconfundible de su obra, propiciando que su música fuera interiorizada por el pueblo, de donde en definitiva le venía toda la inspiración al Ciego Maravilloso.
De forma paradójica después de su muerte (ocurrida en Los Ángeles el 30 de diciembre de 1970), y luego de su sepelio (escenificado en un cementerio cercano a la ciudad de Nueva York llamado Ferncliff, situado en Hartsdale, Westchester County, el 6 de enero de 1971), la música del gigante matancero perduró en el corazón de los latinos neoyorquinos transfigurándose incesantemente en las temáticas salseras de los setentas, ochentas y noventas, pero la tumba sin nombre y los restos mortales del Ciego Maravilloso cayeron en el más completo olvido. Solamente cuarenta años después de muerto y enterrado, el tema de la tumba anónima volvió a la palestra.
Cuando aún vivía en el Bronx, Arsenio Rodríguez contrajo matrimonio con Anadina García una ciudadana de origen dominicano residente en la ciudad de Nueva York. Esto ocurrió en 1960. Poco después se separaron y entre los años 1964 a 1966 el músico se estableció en Los Ángeles acompañado por sus hermanos Quiqui y Raúl. Sin embargo frecuentemente regresaba a la Gran Manzana motivado por la ilusión de hacer nuevas grabaciones y de conseguir trabajo en el circuito nocturno. Desde 1966 hasta 1970 permaneció de nuevo en la ciudad de Nueva York (si bien viajaba seguidamente al lejano oeste americano) y en el otoño de este último año regresó definitivamente a California. En ese constante ir y venir de una ciudad a otra le sorprendió la muerte.
El hecho de que nunca se divorciaron oficialmente después del fallido matrimonio, motivó a la señora García a reclamar el cadáver del difunto músico para llevárselo a Nueva York. La situación se tornó caótica, Arsenio había dejado de convivir con ella desde hacía más de un lustro y la insólita reclamación generó un irreconciliable disgusto entre Raúl, el hermano menor de Arsenio, y la mujer en comento. Terminó imponiéndose la lógica legal y a los hermanos del profeta de la música afrocubana no les quedó más remedio que entregarle a esta mujer, poco menos que una extraña para ellos, el cadáver del ilustre compositor. Raúl Manuel (en representación de Quiqui… “Anadina García aparta de mí este cáliz”) bebió de ese trago amargo. Con el aporte económico voluntario de algunos de los más cercanos amigos del célebre tresista, tal como lo escribió Max Salazar, la mujer consiguió darle cristiana sepultura en Ferncliff.
Varios años después Anadina García retornó a la República Dominicana donde finalmente murió. Era una de las herederas legítimas de todos los bienes dejados porArsenio Rodríguez y tenía los derechos sobre la tumba del Brujo de Macurijes. Ella y Arsenio se conocieron en 1959 en las reuniones de los Testigos de Jehová, culto que ambos habían abrazado en la urbe neoyorquina.
El matrimonio no duró por las constantes riñas de la pareja; ella era una mujer común y corriente, de la casa, y Arsenio era un artista. La señora García tuvo un matrimonio anterior y estaba a cargo de dos hijos llamados Reinaldo Enrique Martínez y Digna Martínez (hoy en día Digna Gómez por su apellido de casada). Arsenio no se llevaba bien con Reinaldo, apodado Randy, pero no obstante le compuso una canción cuyos derechos autorales le transfirió para ayudarlo económicamente, la canción se intitulaQuién Soy. Randy era un pandillero adolescente del Bronx, metido en líos con la policía y vivía en un constante pugilato con Arsenio. El Ciego Maravilloso lo inmortalizó en otra composición homónima: “Randy eres un villanazo, Randy, qué cáncer de muchacho…”.
Para poner distancia del tormentoso conflicto matrimonial el músico se fue a vivir a Los Ángeles y desde 1964 hasta su muerte estuvo de un lado para el otro sin establecerse completamente en la urbe californiana ni abandonar del todo la Gran Manzana. Esta decisión de irse a California terminó por desencantarlo; si bien el clima era benigno para su maltrecha salud, no pasó lo mismo con el ambiente musical ya que en esas tierras no pudo hacer ninguna grabación, se encontró con dificultades para conformar un conjunto de alto nivel, y contadas excepciones, fueron muy pocas las oportunidades que la ciudad le dio para trabajar de manera estable. Estas circunstancias adversas condicionaron negativamente la calidad de la música que hizo en el último quinquenio de su vida y al mismo tiempo lo divorciaron gradualmente de la escena musical latina neoyorquina en la que había sido influyente una década antes.
Los hermanos de Arsenio permanecieron en Los Ángeles tras el deceso del gigante matancero; ambos estaban aún en la ciudad durante el año 1975 cuando posaron para una fotografía donde aparece también Ray Barretto quien andaba por entonces en una gira que lo llevó a varias ciudades de California. Barretto está junto a algunos de los integrantes de su orquesta, entre ellos el cantante Tito Gómez, el bongosero Tony Fuentes y el trompetista cubano Roberto Rodríguez. Quiqui figura a la derecha de Barretto y Raúl Manuel a la izquierda.
Sus vidas continuaron más allá de la ausencia de Arsenio, pero Quiqui murió en 1979 y Raúl Manuel finalmente falleció en Los Ángeles el 14 de abril del año 2001. Ellos desarrollaron su periplo vital lejos del cementerio de Ferncliff sin cerciorarse de un hecho tan insólito como lamentable y fue que la tumba del maestro Arsenio Rodríguez quedó abandonada y sin lápida, reducida a un número de identificación, el 1347 de la sección Hickory, un anónimo lugar del cementerio. Anadina García no se ocupó de ese importante aspecto, que por lo general no pasa desapercibido después de los sepelios, y mucho menos los hijastros del músico, en especial Randy con quien tan mal se llevaban. Fue, en consecuencia, con el correr de los años, una tumba sin deudos que se ocuparan de ir a visitar los restos del músico inmortal.
Randy pese a todo es ya un hombre mayor, más atemperado y quien conduce su vida hoy en día en Manhattan serenamente después de haber malgastado la juventud en actividades non sanctas. Por su parte Digna Gómez es ama de casa.
El 11 de septiembre del 2012 viajamos a San Juan de Pasto, ciudad del sur de Colombia, para conversar con el pianista Edy Martínez y recordamos los tiempos en los cuales él fue invitado por Arsenio Rodríguez para tocar con su conjunto en el club El Corso de Nueva York, a la sazón, el último gran refugio del Ciego Maravilloso en esa ciudad. Cuando le conté que la tumba del artista matancero había estado sin lápida durante más de cuatro décadas, en completo abandono, desde el 6 de enero de 1971 hasta el 24 de febrero del 2012, el influyente músico me dijo: “¡No te lo puedo creer, semejante compositor tan grande!”. Edy Martínez estaba muy conmovido con mi relato y en su rostro septuagenario se dibujó una expresión de asombro y desconcierto al mismo tiempo. Fue su espontanea reacción, como si no pudiera darle crédito a lo que estaba oyendo.
El día que supe de esta historia también me pareció inaudita. La primera vez que la leí fue en uno de los libros publicados por el Doctor David F. García en el año 2006. Algún tiempo después volví a encontrar el relato en el libro del maestro Pablo Delvalle Arroyo. Las gentes del Bronx pasaban por Ferncliff durante años sin enterarse de que en aquel cementerio descansaban los restos de Arsenio Rodríguez. Su música con el correr de los años, lejos de desaparecer de la escena neoyorquina, ha permanecido en un juego de persistencia ante el cual se me ocurre pensar que en el Bronx la música nunca muere y que en ese lugar de Nueva York han podido convivir tonadas de hace sesenta años con las más nuevas modas musicales de la vanguardia de ahora.
Un residente del Bronx, Ralph Méndez, cuarenta años después de estos hechos “descubrió”, por casualidad tal vez, que en Ferncliff estaba la tumba de Arsenio y en ella sus restos mortales. El sitio exacto, en una de las secciones del campestre recinto sacramental, era un minúsculo lote de tierra identificado apenas con un número y los propietarios de sus derechos Reinaldo Enrique Martínez y Digna Martínezestaban dispuestos a darle el permiso para identificar la tumba con una lápida de bronce.
“Pero la búsqueda de Ralph Méndez realmente comenzó mucho antes, en 2005, cuando le escuchó a un amigo que acababa de mudarse a Westchester County decir que vivía cerca del cementerio donde Arsenio Rodríguez fue enterrado. Méndez, quien es de Tarrytown en Westchester County, pronto se dio cuenta de que era el Cementerio Ferncliff (el mismo cementerio donde solía pasear con su novia cuando era un adolescente). Pero cuando él era joven, él no sabía mucho más sobre Arsenio Rodríguez que el nombre. No sabía que Arsenio Rodríguez fue enterrado allí. No había ninguna señal, ninguna placa, ninguna otra pista. Ralph Méndez consideró que era hora de cambiar eso. Junto con sus amigos Henry Medina, un archivero cinematográfico, el músico Larry Harlow, y la periodista Aurora Flores, ayudó a publicar el año pasado los artículos en The New York Times y el New York Daily News que contaban la historia de la tumba anónima. Entonces, sucedió algo que Ralph Méndez no esperaba: algunos de los herederos de Arsenio Rodríguez entraron en contacto con él. La última esposa del músico tuvo dos hijos de otro matrimonio, que ahora viven en Manhattan y la República Dominicana. Cuando ella murió, estos hijastros tenían los derechos de la tumba. Una vez que el contacto se estableció, Ralph Méndez les pidió permiso para nombrar el lugar de enterramiento (ya que permanecía anónimo desde 1971) y Larry Harlow compró una placa de bronce que ahora adorna la tumba cubierta de hierba.”
Ralph Méndez no estuvo conforme únicamente con ponerle una lápida a la tumba de Arsenio Rodríguez en Ferncliff sino que propuso una iniciativa más ambiciosa consistente en que las autoridades gubernamentales de la ciudad de Nueva York dispusieran del nombre del inolvidable músico matancero para denominar una calle del Bronx, el condado de la ciudad donde él vivió, fue grande y admirado, y donde su espíritu fiestero y animoso sigue rondando aún por los boulevares. La sección de la calle que fue nombrada Camino Arsenio Rodríguez es una intersección de la Avenida Intervale con Dawson Street, cerca de donde estaba el apartamento del Ciego Maravilloso. Jan Hendrik Hinzel en el artículo “Honrado un músico legendario de la salsa en el Bronx”, publicado por el periódico The Bronx Ink el 27 de octubre del 2012 escribió lo siguiente al respecto:
“Se trata de una intersección como muchas otras en la sección de Longwood del Bronx: un gran campo de asfalto rotulado con marcas viales de coloración amarillo y blanco, viejos edificios de ladrillo con escaleras de incendios. El metro pasa montado en sus zancos de metal en algún lugar en el fondo lejano. Sólo la punta verde del norte de Rainey Park distingue a la intersección de Intervale Avenue y la Calle Dawson. Pero pronto se le conocerá también como “Arsenio Rodríguez Way” o “Camino Arsenio Rodríguez”, el nombre del director de orquesta cubano que murió en 1970 y al que muchos consideran una figura importante en la evolución de la salsa. ‘Esperamos que el nuevo nombre estará vigente a más tardar en octubre’, dijo José Rafael Méndez Jr., el fanático de la música latina que está detrás del esfuerzo para cambiar el nombre de la intersección. ‘Pero tal vez será en noviembre. Esperemos que por lo menos antes de que finalice el año’. Méndez ha luchado durante mucho tiempo para honrar a uno de sus artistas favoritos. Presentó por primera vez su idea a la Junta Comunitaria número 2 en Longwood, el 11 de abril del 2012, pero no todos los miembros estaban allí. Les dio el mismo discurso en mayo y finalmente convenció a la junta la cual pasó la solicitud al Ayuntamiento, donde fue aprobada el 25 de septiembre. El alcalde Michael Bloomberg firmó los documentos necesarios el 2 de octubre. Méndez considera queArsenio Rodríguez fue ignorado en la ciudad. ‘Tito Puente obtuvo una calle que lleva su nombre seis meses después de su muerte’, dijo. ‘La Lupe tiene su propia calle en el Bronx. Todos estos artistas latinos tienen lugares que llevan sus nombres y fueron proclamados después de que fallecieron. ¿Por qué no Arsenio? Fundó la salsa moderna. ¿Y no es el Bronx el que se ha autodenominado el barrio de la salsa?’ (…) En la década de 1930, tocando con bandas en la Cuba pre-revolucionaria, Arsenio Rodríguez fusionó ritmos africanos y cubanos. Su instrumento era el tres, una guitarra con sólo tres grupos de dos cuerdas cada uno, en lugar de seis como una guitarra estándar. Todos estos sonidos, dice Méndez, se convirtieron en los principales componentes del estilo de música llamado salsa. Ralph Méndez (…) levanta su voz de nuevo para subrayar que su ídolo vivió en el Hunts Point y Longwood, secciones del Bronx, durante muchos años. Actuó en lugares cuyos nombres son sólo recuerdos ahora: El Club Cubano-Interamericano en Prospect Avenue, El Club Tropicana en Westchester Avenue y el Hunts Point Palace, cuyo gran edificio situado en la esquina del Boulevard South hoy en día alberga un Duane Reade. (…) En las carpetas de Ralph Méndez hay mapas de los distintos barrios del sur del Bronx. Utilizando un marcador amarillo él ha dibujado líneas con puntos de anclaje que representan etapas importantes en la vida deArsenio Rodríguez. Uno de esos puntos es Kelly Street, donde vivía el genial músico, otro es un lugar donde solía tocar con su mítico conjunto. Aún otro es un hogar temporal. Las líneas se cruzan en la intersección de Intervale Avenue y la Calle Dawson. Méndez expresó: ‘Este es el centro de su vida en el Bronx, por eso es que le vamos a cambiar el nombre a la intersección’. La intersección se suponía que cambiaría su nombre el 29 de agosto del 2012. Méndez y los otros seguidores del músico invidente se reunieron ese día para conmemorar los 101 años del nacimiento de Arsenio y los 42 años de su muerte. Incluso viajó desde Cuba la única hija de Arsenio Rodríguez fruto de su primer matrimonio, Regla María Travieso Montecino, a quien Ralph Méndez había rastreado en Cuba hasta encontrarla. Pero el cambio de nombre tuvo que ser pospuesto debido a que la ciudad todavía no había dado permiso oficial. ‘Bueno, los molinos del gobierno son lentos’, dijo Méndez. Pero él es paciente. ‘Yo soy esa clase de personas a quienes les gusta la investigación’, aseveró Méndez. ‘Soy en el fondo un chico tímido, pero en esta iniciativa, tuve que correr al frente. Parece que todavía los logros musicales de Arsenio Rodríguez no han sido reconocidos. Él incluso le dedicó una canción al Bronx: La Gente del Bronx, agregó finalmente”.
El esfuerzo de Ralph Méndez por fin se concretó el jueves 6 de junio del 2013. En el empeño fue acompañado por el cantante y tresista Heriberto Tito González, la escritora y periodista Aurora Flores, el pianista Larry Harlow, el productor discográfico y musicólogo René López, el coleccionista Henry Medina, el trompetistaAlfredo Chocolate Armenteros y algunas personas más. Ahora la ciudad de Nueva York y el condado del Bronx tienen un lugar con el nombre del inolvidable compositor, denominado “Arsenio Rodríguez Way”.
La tumba del Ciego Maravilloso desde la primavera del año 2012 se ha convertido en una de las más visitadas del cementerio de Ferncliff, a donde acuden sus fervientes partidarios, fanáticos y admiradores, residentes del condado del Bronx y de cualquier parte del mundo, quienes llegan al camposanto para rendirle tributo de admiración a la memoria del que fuera denominado el padre de la salsa y el rey del guaguancó. La lápida que señala el lugar donde descansan los restos mortales del profeta de la música afrocubana es una sobria y escueta placa de bronce donada por el destacado pianista judío neoyorquino Larry Harlow, con una sencilla inscripción sin epitafio: “Arsenio Rodríguez 1911-1970”. Un epitafio imaginario ronda en el ambiente: ‘Aquí descansan en paz los restos de Arsenio Rodríguez, el hombre que comprendió, como nadie, que la vida es un sueño’”.
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