LA HISTORIA DEL BUS DE LA SALSA:
En toda actividad laboral me decía mi madre: Hay que ponerle amor y el amor que le ponen Hugo y Mauricio es musical acompañado de buen servicio.
La Música en general solo trae alegrías, compartirla eso es lo que realmente hace grande a un ser humano.
Compartir su gusto musical, sin restricciones, Se puede hacer diferencia en cualquier oficio.
Este es su historia:
Por 1.450 pesos, los pasajeros de la buseta que maneja Hugo García junto a su acompañante, Mauricio Mantilla, más que el pago de un pasaje, obtienen un concierto de música durante el viaje.
Con lo primero que se encuentran al subir al vehículo de servicio público es con un ‘tapete’ de carátulas de discos, todos de colección. Aquí no hay cabida para la tristeza. La conducción prudente y la música acompañan todos los días a estos guerreros del camino en su ruta, que va de San Diego, en el centro, hasta Fontibón, la misma que puede durar dos horas o 40 canciones de tres minutos cada una.
“En la cabina del carro diariamente cargamos tres o cuatro carátulas de los discos siempre diferentes. La gente se acerca y pide que se los dejemos ver, para ellos son una novedad. Es un estilo de vida que tenemos hace más de 20 años”, asegura Hugo, mientras conduce por la calle 26 abajo de la carrera 68.
“Grabamos en memorias USB y en CD los discos que tenemos guardados en la casa para poder ponerlos en el equipo del carro. La gente que se monta a la buseta ya nos conoce y se siente a gusto con nosotros”, manifiesta Mantilla, encargado de recibir el dinero de los pasajes y de estar pendiente del mantenimiento del vehículo.
“Desde hace siete años le colaboro a Hugo en el trabajo. Así a él le rinde manejar y se concentra en su oficio”, agrega Mantilla, quien, orgulloso, muestra uno de los últimos discos que ha adquirido para su colección. Es el de Eddie Lebrón, oriundo de Puerto Rico y gran exponente de la salsa dura que sonó en los años 70.
Primer ‘long play’
Hugo es padre de dos hijos. La mayor tiene 19 años y estudia segundo semestre de Comunicación Social. La otra tiene 9 años y está a punto de ingresar al bachillerato. “Han sido muchos años detrás del volante. Hoy en día nos turnamos con otro conductor para manejar. Así el estrés baja un poco y hay más tiempo para compartir con la familia”, dice Hugo, mostrando con satisfacción parte de la colección que en esos años ha logrado recopilar del cantante Rodolfo Aicardi, el mismo de la agrupación Los Hispanos.
“El primer long play que compré fue en 1986 con mi primer sueldo, era de La Sonora Matancera. Aún lo conservo. Creo que me costó 100 pesos. Hoy no tiene valor comercial, solo sentimental”, puntualiza el conductor, al instante que le sube un poco a la música para amenizar el viaje que ya lleva cerca de 45 minutos.
Por su parte, Mantilla también alardea de su compilación y asegura que le han llegado a ofrecer hasta un millón de pesos por un disco. “No soy comerciante de vinilos. Algunos hoy compran los discos para chicanear con ellos.
Nosotros los tenemos es para compartirlos con la gente”, cuenta el hombre que también hace parte de los organizadores y creadores del encuentro de melómanos y coleccionistas en acetato que se celebra cada año en el marco de Salsa al Parque.
“Esto de coleccionar es una manía muy bella. He alcanzado a tener más de 7.000, pero los he ido vendiendo. Hoy, entre Hugo y yo podríamos sumar cerca de 6.000 long plays”, asegura Mantilla, posando con dos acetatos, uno de ellos del pianista Charlie Palmieri.
“Grabamos CD y se los regalamos a los amigos y a clientes especiales. Mi casa está llena de música, es una manera de estar siempre positivo. Dentro de mis joyas musicales está el CD de Joe Acosta, que tiene un bonus track que no lo trae el LP. El disco en vinilo vale mucho dinero y es difícil de conseguir”, describe Hugo, mientras parquea la buseta en Fontibón luego de terminar las dos horas de viaje.
JOHN CERÓN
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